martes, 17 de julio de 2012

Vos y yo




1


-Te vas a ir?
-Acabo de llegar.
-Pero te vas a ir, siempre te vas.
-Otra vez?
-Otra vez qué, otra vez si te vas a ir?
-Otra vez si vamos a discutir por lo mismo. No te hagas la irónica.
-Mirá, lo hablamos mucho, es cierto. Pero yo no quiero discutir. Quiero que la pasemos bien, por eso te espero. Te quiero.
-Yo también te quiero. Pero qué se supone que debería responder para evitar la discusión? Vos me preguntás si me voy a ir y yo no sé que decirte. Si te digo que no, vas a creer que me quedo para siempre. Si te digo que si, cuando me vaya van a empezar los reproches y terminaríamos discutiendo.
-No necesariamente. Podrías responderme el jueves que viene. O cuando más te guste.
-Vos si que sos viva, responderte el jueves que viene me obliga a estar una semana acá.
-Tenés razón. Recién llegás. Preparé una comidita que te vas a chupar los dedos. Y tengo un vino muy bueno. Cenemos y hagamos el amor, querés? Porque yo quiero ya, urgente. O mejor, dejemos la cena para después. Qué te parece?
-Estás ansiosa? Me tenés ganas apuradas? Je! Ni lo pienses mi vida, primero el amor. Además, lo sabés, me pone loco que estés así. ¿No estarás perversita también no?
-No, perversita no, estoy que quemo pero bien.
-Lástima.
-Por que?
-Porque yo sí estoy perverso. Mucho. Un asco, ni me preguntes.
-Nene pero vos sos un degenerado, que estás pensando a ver?
-Soy un degenerado es cierto. Pero vos le tenés ganas a este degenerado.
-Tonto, me vas a decir o no lo que estás pensando?


2


-Me quiero dar una ducha. O preferís ir vos primero? Dale andá primero vos así me esperás sexy.
-Y por que no me esperás vos a mi.
-Yo esperarte a vos? Qué tiene de atractivo un tipo en bolas tirado en una cama?
-Bueno, para vos nada. Pero yo veo con mis ojos... Además, si vos me esperás, yo puedo hacer mi entrada.
-Me gustó. Te espero yo. Te adoro. Me ducho, quedo hecho una delicia y te espero. No tardes.
-Tardar yo?


3


-No te puedo creer que hayas cocinado esto
-Por?
-Es una delicia, una exquisitez. Es un plato para invitar a un príncipe.
-No invites a nadie que no va a alcanzar. Además, que príncipe ni príncipe. No seas ridículo querés. Y si vas a invitar, invitá a un mendigo. Y no olvides que invitar, es compartir, ceder parte de lo propio. De lo propio de uno mismo; compartir = partir-con
-Lo decís de filosófica, de irónica o de mala leche nomás? Te estoy elogiando la comida y me salís con un sermón solidario? No sabía que eras tan dadivosa. Si querés discutimos de moral solidaria pero no me hagas una perorata sin sentido.
-Bueno nene, vos también estás muy suceptible. Qué te pasa?
-Que te pasa a vos que reaccionás así.
-A mi nada. Fue un comentario, nada más.
-Es que cuando hacés ese tipo de comentarios siempre traés algo detrás. Me pegás con cualquier excusa para no hablar de la otra cosa que te molesta. Y no sé que te molesta en este caso pero no me lo estás contando. De todos modos me lo imagino.
-Uh... qué película! Estás re-paranóico nene.
-Paranoico yo? A propósito, el vino es muy bueno en serio eh.
-Te gustá? Me alegro. Sabía que a vos te iba a gustar. Es riquísimo pero un poco fuerte para mi paladar.
-Fuerte no, intenso. Poderoso, amplio. Da al paladar una distribución tan
abundante en matices, que tomás un trago y querés tomar sólo vino, y tiene un largo final de boca. Muy largo. Es más, no se si comer y acompañar la comida con el vino, o hacer una pausa en la comida -que repito, es principesca- para solo tomar el vino aunque sea por un momento, y después retomar la comida. Pero tener quince o veinte minutos para el vino. Para quedar a solas con él.
-Ya estas borracho ves?
-Borracho yo? Estás loca.
-Parecés uno de estos payasos que escriben las etiquetas traseras, te faltó hablar de los aromas frutados, las grosellas y los arándanos (en una etiqueta leí “resabios de humo”) Andá, gil.
-Cómo gil? Cómo gil? Qué es esa falta de respeto? Vení acá. Dame un beso.
-Te doy todos los besos que quieras. Qué pasó, te quedaste con ganas? Querés más?
-Más qué? No nena, quiero un beso, dos, diez.
-Yo sí.
-Vos sí qué cosa?
-Uh nene hay que decirte siempre todas las palabras?
-Si querés que te entienda sí.
-Vos entendés.
-Pero me hago el boludo.
-Por qué? Ves que sos malo. Sos malo, sos malo...
-Porque me gusta escucharte decir todas las palabras, perra.
-Igual dijiste que no, así que ahora...
-Bueno, vos conocés la entereza de mis negativas en este plano.
-Sí pero yo no te voy a andar persiguiendo, si querés fenómeno, si no no.
-No es necesario que me persigas. Si me dijeras al oído todas las chanchadas que pretendes hacer conmigo lo más probable es que termine muy comprometido. Tanto que no podría decir que no.
-Aham... Que interesante.
-Te das cuenta, yo también tengo que decirlo todo. Además, no me digas que no sabés eso. Me acuerdo perfecto de cuando recién empezamos. Que puta eras madre del amor hermoso. Que puta.
-Nene!
-Es que es así, mi amor; hoy la palabra puta te dice otra cosa. Pero a mi me sigue diciendo lo mismo.
-La puta cobra.
-Esa es la prostituta.
-Es lo mismo.
-No es lo mismo, de ninguna manera.
-No claro, porque hay plata en el medio, esa es la única diferencia. Porque cuando vos me pedís que sea más puta no me estás pidiendo que te cobre, me estás pidiendo que haga lo que hacen ellas.
-A ver, que hacen ellas.
-Me estás jodiendo no? Me estás cargando...
-Mama mía, y pensar que no te decía puta, te decía que eras putísima y te ponías a mil.
-Era pendeja, ya no me pasa.
-Está bien, no querés que te diga puta. Putita?
-Putita no me jode, me cae simpático.
-Perra?
-Mmmm no, perra tampoco. Sabés que pasa, no es que me joda; es que no me representa. Yo no me siento una perra en la cama. No me siento tampoco una puta. Vos mirás una porno, ves las acrobacias que hacen, las posiciones las cosas que se meten... me abruma.
-Nadie pretende eso.
-A qué viene toda esta conversación?
-No sé, me olvidé yo también. Tenés planes?
-Pensaba ir a lo de Maricel. También tengo que ir al shoping. Pero si tenés una idea mejor...
-No. Hoy pensaba descansar y salir a comer a la noche. Mañana sorpresa. Y pasado ya no sé.
-Bueno si lo que querés es descansar, yo puedo ir de Maricel ahora y estaría de vuelta bastante antes de que salgamos a cenar. Que te parece?
-Una maravila, mandale saludos. Y a Beto también. Una cosa: si cuando volvés me llegás a encontrar durmiendo no me dejes ni un instante. Por favor despertame.


4


-Te vas pasado mañana entonces.
-Dije que no sé. No que me iría.
-Si, pero es domingo, tenés que ir al campo el lunes.
-Puedo faltar. No pasa nada. Puedo quedarme un lunes. También puedo quedarme el martes, y el miércoles...
-Te querés quedar entonces.
-Siempre me pasa esto, me quiero quedar hasta que me quiero ir. Y lo opuesto cuando estoy allá.
-Yo lo entiendo, pero insisto, es una posición muy cómoda y muy egoísta.
-Te puedo asegurar que no es nada cómodo, y en cuanto a egoísta... Yo siempre te dije como era esto. Nunca prometí nada porque, sencillamente, te hubiera engañado. Y no es con vos. Siempre me pasó.
-Entonces?
-Entonces qué.
-Entonces cómo sigue? Quien se fija en lo qué me pasa a mi cuando vos te vas?
-A mi me parece -y esto creo que ya te lo dije alguna vez- que más de la mitad del problema te lo estás haciendo vos con esa melancolía de pensar que me estoy yendo para siempre. Cual sería la diferencia si viviera definitivamente acá pero me fuera los domingos por la noche y no volviera hasta el miércoles?
-Te quedarías más lunes, y seríamos una familia.
-Pero si me puedo quedar más lunes, en serio mi amor, es lo mismo!
-Tendríamos hijos.
-...
-Dije algo malo?
-No, no... No, nada malo mi cielo. Tenés razón, las mujeres siempre tienen razón. No, si yo siempre dije que son seres superiores. Un hombre no se bancaría un embarazo re das cuenta?
-...
-Que pasa?






Continuará, tal vez.

sábado, 3 de marzo de 2012

Me las follo a todas


Parte I



Lo conocí en un chat. Y a decirlo de entrada: es un fanfarrón sin remilgos. Inteligente, educado, informado de todo; simpático, locuaz. Su perfil de facebook es un catálogo de mujeres. Apenas una docena de amigos hombres. La mayoría familiares, algunos compañeros de ruta y yo. Gallego él, argentino yo, nos hicimos amigos a la distancia.
-Que iré por allí más temprano que tarde, me decía. En cuanto venza el miedo al avión me tienes en tu casa. Y si no será por barco. Pero como que hay un Dios que iré, y poco me importa que no haya tal Dios, que ese es tuyo y no mío, que va, iré de todos modos.
Y vino.

Lo fui a buscar a Ezeiza. Sólo conocía de él unas cuantas fotos y lo mismo él de mi. Teleconferencia y esas mariconadas, jamás. Pensé en llevar el clásico cartel. Me daba vergüenza, pero igual lo hice: Perez Barral, decía. Pero no fue necesario; apenas llegó su avión, un cogote se levantó de entre la multitud y, señalándome exclamó: Eh! capullo! que no te librarás de mi, ven acá!
Enrojecido pero contento, abrí mis brazos a su encuentro. Se abalanzó sobre mi y nos abrazamos como dos amigos que no se ven hace tiempo.
Parte II

-Me las voy a joder a todas cabrón, lo verás. Y lo haré en tus narices si es necesario. Donde queda la calle, me preguntó. Dónde queda la calle que me pierdo en los aeropuertos. No me gustan y quiero huir de ellos no más los piso.
Un detalle me llamó la atención: No traía equipaje. Apenas un camperón de cuero que habrá usado en el embarque (en España era invierno) pero ni un bolso de mano. Ni una cartera pequeña ni un morral. Nada.
-Y el equipaje? Pregunté
-Equipaje? Vamos de camping o que? No me has dicho que parábamos en tu casa?
-Por supuesto, pero...
-Pero nada hombre, si me van tus vasos, tus platos y tu cama también me irán tus camisas, pantalones y unos zapatos. Que lo demás se compra! Que es lo que me está faltando? Un cepillo de dientes?
Tenía razón. Su razón, pero la tenía. Supuse que como todo extranjero querría ir a comer asado. Se lo dije.

-Comer? ya comí en el avión; Asado? otro día me haces uno: vamos de putas!
-No me digas que querés ir a un puterío Fernando, el primer día y ya a un puterío?
-Ningún puterío vale? Ningún puterío. Vamos a una de esas discos donde las tías coquetean toda la noche pero se van solas. Son mi debilidad. Verás como son las cosas. Confianza Amigo! que pareces un niño asustado. Ven conmigo, yo te llevaré a conocer tu ciudad. Y a desvirgarla! Pero primero a por un trago. Donde sirven buenos tragos aquí?
-Jack Daniels? en cualquier lado, en cuanto lleguemos al centro hay para elegir.
-Muy bien pero vamos a una de esas bodegas mal iluminadas. No me lleves a las luces de la gran ciudad.


Parte III

Yo no entiendo nada de esas cosas del jet lag, pero eran las tres de la tarde y me pareció oportuno hacérselo saber. Me daba la sensación de que había dado por comenzada la noche antes de que llegara la tarde.
-Fer, son las tres de la tarde...
-Tan temprano? Puta madre, ya me parecía a mi que el sol estaba alto. Pues vamos a por el Jack y después a tu casa, una buena ducha, saludar a tu familia, ver tu jardín... Creo que con eso se nos hará la hora.
No había caso. Era evidente que su objetivo era la joda. Todo lo demás, un relleno de excusas hasta que el reloj le fuera favorable.

Buscaremos a Gimenez, le dije. Y al Nene. No iremos a salir solos como dos maricas verdad?
-Lo que tu digas Dani, lo que tu digas. Pero primero a por el Jack. Antes pasa por una casa de cambio si no es trasmano, Que si estoy en Argentina quiero pesos, nunca me gustaron estos putos Euros. Que la Peseta si que valía pero ésto.
Me causó gracia. Fuimos a una casa de cambio. Ni idea de lo que cambió. Fernando no era un tipo acomodado. Escribía para dos o tres revistas, trabajaba de traductor en algunas ocasiones, y cuando no encontraba nada de eso se empleaba por agencia como agente de seguridad en shopings o supermercados.

Barracas. Bodegón en ruinas. Sillas destruidas, mesas escritas, rayadas, las patas flojas. Piso sucio, barrido con aserrín y querosene. Poca o ninguna iluminación. Fernando parecía bobo de contento.
-Donde me has traído Dani de mi corazón. Quiero vivir acá enfrente el resto de mis días! Ni en los peores lugares de Galicia he visto algo tan soez, tan melindroso y barroco! Pero si sólo faltan las cucarachas caminando por las mesas! Cuanto quiere el dueño por esta inmundicia? Se lo compraría sin pensarlo. No sea cosa que algún día se le ocurra limpiar.
Nunca supe si me tomaba el pelo o estaba fascinado en serio.
-Camarero! Dos jack's dobles con un solo hielo -llamó indiscreto, casi a los gritos.
El Jack Daniel's costaba 28 pesos pero ni preguntó.
Luego pidió otros dos
Y otros dos.
Y otros dos.
A estos últimos yo me negué con la excusa del test de alcoholemia, que daría espantosamente alto con sólo el primero. Pero, la verdad sea dicha, después de dos dobles a las tres de la tarde y casi sin haber comido, era una imprudencia manejar hasta casa.


Parte IV

Llamé a Gimenez y le pregunté por sus planes para esa noche: libre
Llame al Nene, y no solo estaba libre a la noche, estaba a veinte minutos del bar. Se vino. Lo esperamos con más wiskhy. El Nene siempre tiene con que sacarlo a uno de apuros en esas circunstancias y ya no temí por mis reflejos.
Los dobles terminaron siendo 12. Llamamos al mozo, saqué la tarjeta de crédito y Fernando me la arrebató y la tiró al suelo bajo alguna mesa
-Que no seas gilipollas hombre, esto lo pago yo. Camarero! -volvió a llamar, cóbrese que la visita lleva prisa. Y zanjó el asunto plantando doscientos euros sobre la mesa y sin esperar el vuelto se levantó. Yo, buscaba mi visa entre las mesas como un niño intentando hallar un caramelo perdido.


Parte V

La noche llegó. El boliche elegido -la disco como él decía- fue Java, Una propuesta del Nene que yo desconocía por completo pero de la que él era habitué y gran conocedor. El lugar tenía fama de concheto; había una escalinata interminable en la entrada flanqueada por una cascada de agua que arrancaba en el segundo piso y descendía hasta la planta baja acompañando la escalera. Marcha a tope. Gimenez hubiera preferido ir a comer pizza. Esa música dañaba seriamente su ya desnutrida cordura. El Nene, por el contrario, empezó con su dancing antes de entrar. No sé quien musicalizaba. Pero iluminaba una ninfa morena de rizos recogidos en las alturas del cráneo. Hermosa, perfecta. Inaccesible. Fernando se paró frente a ella y la miró encendiendo un cigarrillo. Ella pareció querer indicarle que no se podía fumar ahí. No sé si la entendió, pero siguió fumando. La indicación se repitió y el hizo un gesto que indescifrable que nadie hubiera podido deducir, pero que la hizo reir mucho. Lo que tenía que suceder sucedió al minuto: un guardia se le acercó y se lo puso claro. Fernando tiró el cigarrillo. Y se quedó en el lugar. La chica lo miró con cara de "te lo dije" Pero Él esperó a que se fuera el de seguridad, encendió otro y la volvió a mirar.
-Hago lo que me viene en gana morocha, dijo sin que ella pudiera escucharlo pero haciéndola soltar otra carcajada. La escena se repitió pero esta vez con otros matices. Lo llevaron abajo. Le advirtieron que si lo volvía a hacer lo echarían.
-Me follaré a esa chica, le dijo al de seguridad. El tipo lo tomó por loco y lo dejó ir.

La chica de las luces tomaba cerveza. A los cinco minutos de apagado el segundo cigarrillo, Fernando llegaba a su cabina con una jarra en la mano.

Estuvimos distrayéndonos por el boliche, hasta que, al tratar de localizarlo descubrimos con sorpresa que ahora, el iluminador era un muchacho. No había rastro de ellos.

Gimenez bebía, el Nene pensaba qué beber y yo buscaba con la mirada.
-Tu amigo desapareció hace rato, -me dijo Gimenez
-Cuánto rato?
Me miró con la sonrisa ladeada e inquirió: -¿Vos le estás tomando el tiempo al gallego a ver cuanto tarda en voltearse a la pendeja? Tragué saliva. Estalló en carcajadas.
-Es que es un fanfarrón insoportable -aduje avergonzado. Te juro que esperaba que fallara, y sigo esperando que falle. No sé donde están pero espero que no sea donde supongo.
-Ya te confirmo -dijo el Nene.
Intentamos detenerlo pero tenía más curiosidad que nosotros y conocía los más recónditos recovecos del boliche. Jugaba de local y quería hacer valer su condición.
Traté de poner en panorama a Gimenez. Le conté algunas de las conversaciones que habíamos tenido: -que a las gallegas me las he follado a todas, que a las catalanas me las follo lo mismo que a las gallegas, que las francesas son ariscas pero terminan siempre entre sus piernas. Es de terror con el tema minas loco, te juro que lo querés matar.
-Y cómo lo soportás?
-Es que es irresistible. Es un tipo muy interesante. Sabe casi de cualquier cosa. Le gusta la política, la literatura, la música, la pintura. Sabe de autos, de física, de historia, de guerras, de armamento, de extraterrestres. Empezás a hablar y se te hace de día. Eso si, es un poco fanático de los vampiros y los zombies... Bueno, con eso directamente es insoportable. Le encantan esas historias. Es más, escribe horrendos libracos acerca de zombies y vampiros. Me mandó un PDF de 1700 páginas. Cree que lo voy a leer...
-Y? que vas a hacer.
-Ni idea, lo tiré a la mierda, no voy a leer eso nunca. Aunque tendría que haberlo conservado y decirle algo de la pagina 170, 245, 542, 873... en fin, algo así.
-Che, el Nene no aparece...
-Apostemos -me apuró.
-Apostar? apostar que?
-Se la curte o no se la curte.
-Gimenez, estamos grandes!
-Apostemos.
-Ok... No se la curte.
-Fenómeno yo voy por el si.
-Por el si? Pero si lo conociste hoy!
-A él lo conocí hoy.
-... No entiendo.
-A ella la conozco desde hace años -y volvió a estallar de la risa.


Parte VI

Java era un boliche inmenso. Tres pistas, varias barras; y rara vez lo habilitaban entero. Por lo general para el aniversario o los carnavales se abría por completo pero no era así normalmente.
El Nene demoró ceca de una hora, pero apareció riendo.
-Si querés ir a buscar a tu amigo yo te diría que esperes una media horita más -dijo, y volvió a reír.
Gimenez me miró con aire ganador.
-Se están matando en los reservados del otro lado, y están cerrados.
-Me estás jodiendo, y cómo te enteraste -pregunté
-Fácil, le dije a Atilio que necesitaba cagar en paz y me dio la llave de los baños del otro lado. Dijo que el portón estaba sin llave, lo debe haber abierto ella. Y desde la puerta del baño se ven los reservados.
-Pagandooooooooo -dijo Gimenez, y me mandaron a la barra.

Fernando tardó más de una hora en volver. Estaba transpirado.
-Bailaste mucho? -preguntó el Nene.
-Como nunca.
Lo odié.
Quise dar por finalizada la fiesta pero él insistió en seguir con algunos tragos. Así fueron pasando whiskies, cervezas y tragos varios según las preferencias de cada cual. Excepto de él que tenía predilección por todos. Gimenez manejaba, así que estábamos tranquilos porque, primero que no es un borracho, y segundo que le gusta más la cerveza que las bebidas destiladas. Pero con tanto consumo, se nos acercó un camarero y nos obsequió una champaña. Y ese fue el final de la resistencia de Fernando. A la segunda copa se fué a la puerta a tomar aire. Estaba beodo como una cuba.
Ni falta hace decir que no llegó más que a asomar las narices a la escalera que el aire fresco en la cara lo devolvió al mundo. Se agarró de la baranda y lanzó una combinación multicolor de alcoholes y frutas licuadas. Quisimos asistirlo pero se negó.
-Vamos hombre, que no necesito asistentes, puedo vomitar solo. Además, esto se me pasa en antes de que llegues a santiguarte por mi.
-En serio no querés un café -ofreció el Nene
-No, que vomitaré el café, hala, vayan tranquilos que en un minuto estoy con vosotros.
Nos fuimos.
No volvía. Ni a los diez, ni a los quince. Gimenez se asomó para ver si seguía abrazado a la baranda de la escalera. Realmente había tomado mucho.
-Anda a verlo, -me dijo al regresar.
Di la vuelta y me asomé. Apiadándose de él una rubia de curvas peligrosísimas con un escote en la espalda rayano en la demencia le tocaba el pelo y le hablaba con suavidad. No daba crédito a lo que veía. Me quedé mirando. De pronto, la rubia le tomó la cara entre sus manos brujas, llenas de larguísimas uñas pintadas de negro, y lo besa como si ella fuera el sapo y él el príncipe que la regresará a su condición de princesa.
Bajaron la escalera despacio y se fueron como si hubieran llegado solos.
Con Gimenez y el Nene nos miramos, esta vez si, anonadados los tres. Cómo nadie puede abrazar y besar a un tipo hecho un trapo que vomita aferrado a una escalera?

Bajé lo más rápido que pude pero sólo alcancé a ver un auto que se alejaba.


Parte VII

Al otro día suena mi celular. Era Fernando.
-Oye chaval, que cual era tu dirección?
-Que hacés enfermo, donde estás. Te voy a buscar?
-No hombre, que me llevan, quedate en casa y prepara el asado.
Obedecí.
Llegó a la hora. Venía en un auto que yo no tendré ni ahorrando los sueldos de toda mi vida.
No hablamos del tema. La verdad es que estaba molesto. Envidia? Tal vez. Celos? Quizá. Bronca? Por que no.
A qué había venido?
Lo recordé al día siguiente, en el aeropuerto, 10 minutos antes de que embarque.
-Boludo! No me trajiste el azafrán!
-Cuando vengas por España, trae una maleta grande.
Y se fue.

viernes, 9 de diciembre de 2011

GPS


Pasó mucho tiempo desde que me enteré de la existencia del GPS hasta que tuve uno. Al comienzo todo eran preguntas: cómo funcionaba, qué grado de precisión podía tener, cuán a menudo se equivocaría, cómo resolvería el problema de la infinidad de calles con el mismo nombre y hasta cuánto le durarían las pilas... Esto es joda por supuesto. Hasta un botellero sabe que desde el encendedor del auto puede cargarse casi cualquier cosa. Lo digo porque ya olvidé las demás preguntas. 
Y las olvidé porque ya había averiguado todo. Y sólo una me tenía día y noche pensando en el maldito aparato. Es que yo lo quería casi como fuera. Pero quería uno sólo mío, nada de a medias, nada de que cuando viajás vos lo llevás vos y cuando viajo yo lo llevo yo. Antes de tenerlo ya lo celaba como a una novia nueva. Lo quería porque, en primer lugar soy un imbécil geográfico, o, más precisamente, un imbécil urbano: puedo poner el dedo sobre Letonia en un globo terráqueo girando. Pero estoy media hora para ubicar Callao y Santa Fé en la guia Filcar. Y la referencia no es ociosa: Callao y Santa Fe se cruzan, eso lo sé.
Pero, cuánto costaba eso? Por Dios! Internet hablaba de mapas de medio latinoamérica cargados gratuitamente, fotos de los destinos también gratis. En Internet todo parece gratis, sin embargo, eso tenía que ser caro. Satélites, triangulaciones, disponibilidad las 24 hs en cualquier lugar del mundo. Por otra parte, si bien se piensa, un GPS es algo totalmente prescindible para quien no piensa salir del área de influencia de su idioma. 
Mi mamá siempre me decía: cuando te pierdas, preguntale a un diariero. Los canillitas siempre saben. Y es rigurosamente cierto. Ya de adulto aprendí que también se le puede preguntar a la policía. La deformación profesional de perseguir y capturar les impide pensar que alguien se les pueda acercar amablemente y, no sólo nos orientarán con esmero, sino que hasta serán incapaces de ver que nos cuelga una óptica. Es más, le sugiero a todo aquel que ande flojo de papeles, que ante operativo policial pare a tiempo y se haga el perdido. Jamás le pedirán nada.
Pero, cuánto costaba el GPS? Ni el Dios Google respondía esa pregunta. Un amigo tenía un BB en el que, entre otros mil servicios y aplicaciones, traía el ansiado Global Positioning System. Pero él pagaba por ese teléfono un abono por llamados que yo no haría ni en tres vidas.
Hasta que llegó mi salvador. Un amigo gallego que trabaja en una empresa de inteligencia judía. Todos tienen un amigo judío? Yo no llego a eso pero tengo uno que trabaja en una empresa llena.
Recalculando, entonces, llega mi amigo y veo que tiene GPS. 
La pregunta del millón brotó de mi garganta antes de saludarlo
-Cuánto sale tener uno de esos, pregunté.
-Depende el modelo alrededor de $ 900.
-No boludo, no hablo del dispositivo, hablo del abono. Hablo de la conexión al satélite.
Se quedó un instante en silencio.
-Satélite? ¿Qué satélite? -respondió.
Yo ya había leído mucho al respecto y respondí con suficiencia.
-Fernando, cómo qué satélite? Vos no sabés que vas con un dispositivo que emite una señal que se comunica no con uno sino con tres satélites en órbita sobre la atmósfera etc. etc. etc. Y así triangulan tu posición etc. etc, etc,?
-Pues no hombre, que esto te lleva. Te lleva y ya. No sé como pero te lleva. Y eso te lo aseguro.
Todo se derrumbaba. El único tipo con GPS que conocía, no tenía ni puta idea del asunto.
Los días pasaron, y pasaron. Cuando lo estaba olvidando, llega un sms a mi celu. 
“Gilipollas, el GPS es gratuito”
Gilipollas... que insulto es ése?  gilipollas tu hermana! Tenés uno y si yo no te pregunto no te enterás de nada!
Ni le devolví el mensaje. Entré en Mercado Libre, busqué uno y le pregunté al vendedor si era cierto que el servicio era gratuito. 
No hizo falta que me respondiera para sentirme un idiota. Nadie le preguntaba por ningún servicio. Contestó con cortesía. “El servicio de GPS no tiene costo, lo que se paga es el dispositivo, gracias por preguntar”.
No recuerdo más, pero no estaría muy lejos de la verdad si dijera que pinché en comprar y esperé el mail con el celu en una mano y la Filcar (por última vez! la Filcar en la otra para ir a comprarlo de inmediato sin comparar precios ni, menos aún, fijarme si quedaba lejos: cuanto más lejos mejor, ¡Que quería usarlo ya de vuelta a casa!
Más tarde supe que hay servicios pagos que envían información al dispositivo y que se puede saber vida y obra del que maneja delante, pero sobre todo detrás tuyo. Fundamentalmente cuando salís del banco y te siguen así dobles a la derecha o a la izquierda. Incluso hace envíos de alerta para que la policía de la zona que corresponda intercepte al sospechoso siguiendo tu señal. 
Pero eso es para otro día, o para otra persona. A mi no me sigue nadie.